2010/08/08

Ulrike Meinhof iba en serio


El siguiente texto es un fragmento de una entrevista con Sacristán que Jordi Guiu y Antoni Munné realizaron para la revista el Viejo Topo, en la primavera de 1979. No llegó a publicarse en aquella época porque, como recordó Guiu posteriormente, Sacristán arguyó el carácter excesivamente personal, subjetivo, de algunas reflexiones y el posible efecto desmovilizador que su lectura podía provocar en algunos sectores y entre algunos activistas de la izquierda. La entrevista fue publicada por vez primera, diez años después de su fallecimiento, en Mientras Tanto nº 63, 1995 pp. 115-129. Jordi Guiu escribió una breve presentación para esta edición, de la que reproducimos el siguiente paso:
[...] de aquella conversación se ha conservado la transcripción literal de las palabras de Manuel Sacristán sin las preguntas que se formularon. Se perdieron las cintas, así como la versión de la entrevista tal y como iba a ser publicada. De todas maneras recuerdo que iniciamos la entrevista preguntándole por las razones de su silencio en el periodo que va de 1968 hasta su edición de la biografía de Gerónimo y sus trabajos sobre Ulrike Meinhof (1975).

"En la Meinhof, a mi lo que me ha llamado la atención es que ella no era una intelectual, era una científica, iba en serio, quería conocer las cosas. Aunque acabara en la locura. Cosa manifiesta que acabó en la locura, en la insensatez, como Meins, como los demás, pero era gente que iba en serio. Por “ir en serio” entiendo no precisamente tener necesariamente ideas ciegas -la ceguera nunca es seria: es histérica, que es distinto- ni tampoco necesariamente ideas radicales. Con las mismas fórmulas teóricas de Ulrike Meinhof se puede ser perfectamente un botarate. No es nada serio, no se trata de eso. Se trata de la concreción de su vida, del fenómeno singular. No se trata de las tesis, que pueden ser, por un lado, disparatadas y, por otro, objeto de profesión perfectamente inauténtica, a lo intelectual.
Supongo que queda muy oscuro eso. Tú me has hecho la pregunta de por qué me había dedicado a estos temas. Yo más bien te he dicho por qué dejé de escribir.
Quizá podría añadir alguna cosa. En el caso de Gerónimo, ahí van dos cosas, diferentes de las del casode Ulrike Meinhof. En mi ocupación con Ulrike Meinhof, con el grupo de Baader-Meinhof en concreto, supongo que mi motivación es doble. Por un lado está el hecho de que yo no puedo evitar ser germanista. Yo tengo mucho amor a la cultura alemana y al pueblo alemán, me interesa mucho todo lo alemán. Entre los rojos españoles estoy en minoría, soy germanófilo al mil por mil... Una de las motivaciones era ésta: entender cosa alemana, cosa que les pasa a los alemanes. Entender cosa que les pasa a los alemanes es entender cosa que me pasa a mí, porque tengo un buen elemento de cultura alemana asimilada [...].
Una de las motivaciones era esta, comprender la cosa alemana, cosa les pasa a los alemanes. Entender cosa les pasa a los alemanes es entender cosas que me pasan a mí, porque tengo buen elemento de cultura alemana asimilada. [...] Esta motivación estaba, pero sobre todo la otra, la presente, la consciente, era una motivación crítica. Intentaba entender la locura política del grupo Baader-Meinhof como negativo de la locura satisfecha de los partidos comunistas occidentales. Era otra clase de locura, pero era sólo el negativo de la misma locura, de la misma falta de sentido común".


Este escrito se puede encontrar actualmente recogido en un libro de la editorial Catarata que lleva por título De la primavera de Praga al marxismo ecologista: entrevistas con Manuel Sacristán Luzón.